"Desde el percance lo tengo más claro vivir sin
torear no es vivir"
Unos días después de despertar de la cornada de Aguascalientes, empecé a recibir la visita de Navegante, el toro que me la dio. Al principio, la verdad, no me hizo mucha gracia. Pero con el paso de los días, olvidé el rencor, agarré confianza con él, empezamos a conversar y nos llegamos a hacer colegas; al fin y al cabo, me di cuenta de que aquella cornada, más allá de enemistarnos, me unió con él para siempre.
En una de esas conversaciones le pregunté: «¿Por qué te volviste de aquella manera tan inesperada?». Él me dijo: «Te tocaba parar otra vez por todo lo que te estábamos dando los toros. Para empezar, con nuestras embestidas le encuentras sentido a tu existencia. Estando ahí frente a nosotros, en el ruedo, te sientes más vivo; te puedes expresar toreando y juntos llegar al arte. Generas ilusión en la gente que acude a verte a la plaza, emoción cuando te acoplas con nuestras embestidas, te dan premios como este Paquiro. Todo tiene un precio y como bien sabéis los toreros, nosotros nos cobramos cada cierto tiempo. Me tocó a mí el marrón de cobrarte a ti y aunque embistiendo va el ataque, me costó un poco el hacerlo. La verdad, sabemos que si no fuera por vosotros los toreros y porque existiera la Tauromaquia nuestra especie no existiría. Además iba contra mi imagen de toro para las figuras. Ya saben lo que dicen de alguno de nosotros, que somos cómodos e inofensivos. No veas lo que me entra por el cuerpo cada vez que escucho hablar así de alguno de nosotros. Pero en la plaza cada uno se comporta tal y como es, en la plaza no se puede fingir, en la plaza todo es de verdad».
«Tienes razón Navegante», le contesté. «Yo tengo asumido por mi educación taurina que os tengo que pagar un tributo. Y digo con normalidad cada vez que ha llegado, y lo digo en esta ocasión, que así ha sido. En el momento en el que no estaba claro el futuro de la pierna, lo único que podía era agradeceros todo lo que me habíais dado. Eso sí, iba a poner todo lo que estaba en mi mano porque lo demás estaba en las de los doctores, como lo estuvo en el momento de la cornada para poder recuperarme y volver a sentiros cerca. Fue un camino largo, muy largo e intenso, muy intenso. De mucha incertidumbre que me hizo crecer como persona, que me hizo crecer como torero. Porque tuve que profundizar en las formas, y como dijo Hegel 'en arte la forma es el fondo' Fue más hermoso que nunca reencontrarme con las sensaciones de siempre, coger una muleta, torear de salón, hacer un tentadero, y llegar a una plaza de toros, ponerme el traje de luces y liarme el capote de paseo para volver a pisar el terreno de la libertad. La libertad que se siente en el ruedo poniendo la vida en juego pero eso sí, a cambio de más vida todavía, la que nos regaláis con la posibilidad de templar vuestras embestidas despacito, muy despacito».
Perdónenme ustedes el atrevimiento, pero con esto que trajo Walt Disney de ponerle voz a los animalitos -hoy en día todos hablan-, se me ocurrió esta otra manera de agradecer y compartir este premio con ese animal llamado toro bravo. Ese animal que me quiso quitar la vida en Aguascalientes, ése que me ayuda a vivir la vida más plena que conozco. Desde ese percance lo tengo más claro todavía: vivir sin torear no es vivir.
Quiero agradecer y compartir también este premio a todos los doctores que me han atendido en este proceso de recuperación y en especial a Rogelio por estar todo este tiempo a mi lado. También, por supuesto, a todas las personas que me han apoyado y comprendido en los momentos más difíciles. Dar las gracias a los miembros del jurado por otorgármelo y decir que la dotación económica del mismo una vez más irá destinada a la cuenta de la Fundación José Tomás, fundación que entre sus fines tiene la ayuda a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Y en este momento difícil que vive el país hemos pensado que tenemos que apoyar todos. Y una de las cosas más básicas, una de las necesidades primarias del ser humano, es la comida; por ello vamos a donar este premio a dos comedores sociales: el comedor Ave María y el comedor Santiago Masarnau.
En una de esas conversaciones le pregunté: «¿Por qué te volviste de aquella manera tan inesperada?». Él me dijo: «Te tocaba parar otra vez por todo lo que te estábamos dando los toros. Para empezar, con nuestras embestidas le encuentras sentido a tu existencia. Estando ahí frente a nosotros, en el ruedo, te sientes más vivo; te puedes expresar toreando y juntos llegar al arte. Generas ilusión en la gente que acude a verte a la plaza, emoción cuando te acoplas con nuestras embestidas, te dan premios como este Paquiro. Todo tiene un precio y como bien sabéis los toreros, nosotros nos cobramos cada cierto tiempo. Me tocó a mí el marrón de cobrarte a ti y aunque embistiendo va el ataque, me costó un poco el hacerlo. La verdad, sabemos que si no fuera por vosotros los toreros y porque existiera la Tauromaquia nuestra especie no existiría. Además iba contra mi imagen de toro para las figuras. Ya saben lo que dicen de alguno de nosotros, que somos cómodos e inofensivos. No veas lo que me entra por el cuerpo cada vez que escucho hablar así de alguno de nosotros. Pero en la plaza cada uno se comporta tal y como es, en la plaza no se puede fingir, en la plaza todo es de verdad».
«Tienes razón Navegante», le contesté. «Yo tengo asumido por mi educación taurina que os tengo que pagar un tributo. Y digo con normalidad cada vez que ha llegado, y lo digo en esta ocasión, que así ha sido. En el momento en el que no estaba claro el futuro de la pierna, lo único que podía era agradeceros todo lo que me habíais dado. Eso sí, iba a poner todo lo que estaba en mi mano porque lo demás estaba en las de los doctores, como lo estuvo en el momento de la cornada para poder recuperarme y volver a sentiros cerca. Fue un camino largo, muy largo e intenso, muy intenso. De mucha incertidumbre que me hizo crecer como persona, que me hizo crecer como torero. Porque tuve que profundizar en las formas, y como dijo Hegel 'en arte la forma es el fondo' Fue más hermoso que nunca reencontrarme con las sensaciones de siempre, coger una muleta, torear de salón, hacer un tentadero, y llegar a una plaza de toros, ponerme el traje de luces y liarme el capote de paseo para volver a pisar el terreno de la libertad. La libertad que se siente en el ruedo poniendo la vida en juego pero eso sí, a cambio de más vida todavía, la que nos regaláis con la posibilidad de templar vuestras embestidas despacito, muy despacito».
Perdónenme ustedes el atrevimiento, pero con esto que trajo Walt Disney de ponerle voz a los animalitos -hoy en día todos hablan-, se me ocurrió esta otra manera de agradecer y compartir este premio con ese animal llamado toro bravo. Ese animal que me quiso quitar la vida en Aguascalientes, ése que me ayuda a vivir la vida más plena que conozco. Desde ese percance lo tengo más claro todavía: vivir sin torear no es vivir.
Quiero agradecer y compartir también este premio a todos los doctores que me han atendido en este proceso de recuperación y en especial a Rogelio por estar todo este tiempo a mi lado. También, por supuesto, a todas las personas que me han apoyado y comprendido en los momentos más difíciles. Dar las gracias a los miembros del jurado por otorgármelo y decir que la dotación económica del mismo una vez más irá destinada a la cuenta de la Fundación José Tomás, fundación que entre sus fines tiene la ayuda a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Y en este momento difícil que vive el país hemos pensado que tenemos que apoyar todos. Y una de las cosas más básicas, una de las necesidades primarias del ser humano, es la comida; por ello vamos a donar este premio a dos comedores sociales: el comedor Ave María y el comedor Santiago Masarnau.
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