Parar y mandar a la verónica, con esa lentitud de arte,al toro recién salido, solo es posible por el genio de la puebla. La locura se apodera de los presentes con tres por el derecho de infarto.Con el sexto, y tras una faena marcada por el clasicismo y empaque de Finito que perdurara en la memoria de mas de uno. Se destapa el frasco de la esencia, Con el que Morante se harta a torear con el capote hasta los medios.El toro embestía con lentitud y El Juli no renunció al quite que correspondía, a la verónica también, destacando el remate de estas.Jose Antonio replicó con un quite por tafalleras, que no entra en su estilo, intachable, cargado de pura torería el de La Puebla. continuando por estatuarios y los derechazos y algún natural que rezumaba cadencia de principio a fin, hasta que perdió el engaño y también el ritmo de la faena a un toro noble, punto tardo, que quiso ser cómplice del sevillano. La espada no fue, como con el primero (tardo y de desigual ritmo), pero la gloria la habíamos palpado aunque hubieran sido por momentos.
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